-¿Sabes por qué lo digo? Porque creo que tú si que eres capaz de cambiarme.
-¿Cambiarte? ¿A ti? ¿Yo? -rió ella.- Pero si yo soy menos influyente en la vida de los demás que... que... que un zapato.
-Entonces yo debo ser Cenicienta -dijo él con una sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario