Cuando se tienen ganas de sonreír todo se vuelve diferente. A veces necesito que me abracen y me quiten la rigidez de encima. Entonces cierro los ojitos (me imagino que me los tapas), apareces tú, con tus manos grandes, tus ojitos color cocacola, tu media sonrisa y entonces...
Puedes quedarte esta noche o para siempre.
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