domingo, 10 de abril de 2011


Ni las cosas cambian ni yo hago nada para cambiarlas. Justamente lo contrario. Me disfrazo como si no pasara nada, y me torturo escuchando música que me recuerda a todas horas lo horrible que soy con la gente, lo mal que trato a los que me importan, el papel protagonista que juega la soledad en mi vida, lo que nunca tendré (ni he tenido) o disfrutaré (ni he disfrutado). Y no se funcionar de otro modo.


Cada vez me doy más cuenta de que todo esto es por culpa de mi puta vergüenza y de mi sentido de culpabilidad. Que me siento como si me estuviera desangrando con tan solo un pequeño reproche sin importancia de alguna de las personas a las que quiero, que me siento culpable de todos sus problemas aunque no vayan conmigo. Y lo peor de todo eso es que me enfrento con ello con indiferencia, como si no me importara nada. Que no es así. Que me importa todo demasiado.


Pero la música sigue sonando. Suave, directa. Soltándome a la cara las verdades que no quiero esuchar, recordándome lo que nunca podré hacer/tener, recordándome que piense de vez en cuando. Mis ojos, hinchados y mojados, observan la oscuridad de mi asquerosa habitación.


No, no es mío. Por cierto! No me pasa nada, estoy muy bien. No os preocupéis :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario