lunes, 18 de abril de 2011

Sueño de una mañana de primavera




Nunca me han gustado demasiado la primavera y el verano. Soy más de invierno, de frío, acorde con mi vida y ciertos aspectos de mi personalidad. Pero, y sin que sirva de precedente, esta vez me siento feliz de que llegue el calor, los olores de las flores en las praderas, los días largos, de luz, de sol, de brisa fresca marina y todas ésas moñezes que quedan bien en cualquier poema.
Me doy cuenta que aunque nunca me haya gustado, esta época me llena de recuerdos nostálgicos que me hacen sentir bien en un momento como el que estoy viviendo. Las noches de playa, en la arena, con compañías únicas y envidiables, el cacaolat frío de media tarde en terrazas de bares llenos de gente, los cafés eternos, sin prisa, saboreando el helado o la crêpe de chocolate con nata y nueces, sentados en infames sillas de plástico bajo una sombrilla Frigo. Los domingos de campo y playa, con la familia o los amigos, siempre acompañados de la pelota, las toallas, la radio, la tortilla de patatas y el pollo al ast. Noches de luna y luces en la montaña, llenas de todo tipo de fragancias, noches de soledad, noches de gente, de amigos, de música, de risas, de gritos de alegría, noches de verano llenas de vida.
Los partidos de semifinales de Champions del Barça, tardes i tardes en la biblioteca estudiando para los exámenes, y años antes, tardes y tardes de cuadernos Santillana. La mágica noche de Sant Joan, el fuego y el olor a pólvora. Los conciertos, las noches de largas charlas y de música en directo en el paseo marítimo. Y como no, la piscina, el mar, y el dormir.
Y junto con todo eso, el amor, la mejor de las personas que podría tener a mi lado.
Tengo ganas de que todo esto llegue de nuevo, creo que es un compendio de sensaciones y momentos únicos por los que vale la pena vivir. Y más, si es con él.

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