domingo, 8 de mayo de 2011

La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir

Imagina una calita, yo te sirvo una clara. Es verano y luce el sol, es la costa catalana, para ser más concretos, Cambrils. Estamos tranquilos, como anestesiados. Después de la paellita nos quedamos dormidos mirando el Tour de Francia en la típica etapa donde Lance gana imponiéndose al sprint con un segundo de ventaja en el último suspiro colgándose a sus hombros el maillot amarillo. De nuevo al chiringuito, un bañito, un helado de nata o de vainilla compartido y una partidilla al billar. Lanzamos unos frisbis, jugamos a las cartas y acabamos cenando pescaíto frito. Bebemos. Hablamos. La luna, la sal, tus labios mojados.

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