jueves, 17 de febrero de 2011

Todo comienza desde que naces; todo se vuelve gris; todo se nubla a tu alrededor pero no te das cuenta. Te das cuenta poco a poco de cómo es cuando empiezas a razonar. Cuando lloras por una simple barbie de plástico malo de la tienda del todo a cien y tus padres te riñen por ello, sin saber lo que necesitas tener esa muñeca. Y te encabronas y te enrabietas, pero con un beso de tu madre ves que todo se pasa. Vas creciendo y necesitas antes que una muñeca a unos amigos, con los que te peleas, con los que te insultas, a los que le dices que no le vas a "ajuntar" más por no dejarte su pelota cuando tú le has dejado todo lo que tenías. Pero al final todo se acaba con un simple: "¿Me perdonas?", entonces vuelves a ver que aunque tengas preocupaciones el cariño y la amistad van a hacer que las preocupaciones desaparezcan hasta otra ocasión. Y vuelves a crecer, y piensas que eres la más fuerte y te sigues peleando como una estúpida con tu mejor amiga por tonterías. Pero ésta vez no pides perdón tan fácilmente. Dices que no te darás por vencida hasta que ella te pida perdón, y sufrís las dos, porque en el fondo os echáis de menos, que haríais todo por volver con la otra; pero no, sois las más fuertes y sois capaces de aburriros con tal de no pedir perdón, de no decir que lo sientes, de no perder la batalla, de no ser la buena amiga que siempre has sido.

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